Morir, esta palabra por si sola, posee diversos significados y acarrea distintas reacciones, entre ellas el miedo, la incertidumbre, meditación etc., pero ¿realmente la muerte debe infundirnos  zozobra?, si algo tenemos seguro al llegar a este mundo, es precisamente eso, la muerte. Podemos andar por la vida tratando de evadirla, sin embargo no podemos engañarla. 

Cuántos de nosotros, hemos presenciado o hemos tenido pérdidas familiares, de amistad y de complicidad, incluyamos a nuestras mascotas ya que también llegan a formar parte de nosotros, y sentimos que algo ya no estará jamás, en este sentido los Mayas tienen la firme creencia, que  la muerte no era un destino final, sino que «tienen la noción del devenir constante, por ello, hay fases de destrucción y fases de creación”.

Fases que son cumplidas, ciclos que se repiten a diario, el nacer, crecer, reproducirse para dejar huella y morir, pero esto debería de ir más allá, como el morir y continuar dando vida, reintegrarte a la tierra y honrarla. A esto se aúna la forma en cómo nuestros restos son depositados para el llamado «descanso eterno», las religiones divergen en este tema ya que su fundamento de vida posee distinciones, que son respetables.

Pero a medida que el tiempo avanza se consideran métodos que en la antigüedad eran impensables, indignos, verdaderas irreverencias dignas del infierno mismo, me refiero a la cremación, la transformación del cuerpo en cenizas mediante el uso del fuego. Si lo vemos desde un aspecto más frío, este método resulta práctico al momento de su traslado, con el uso y costumbre de éste se han desarrollado tradiciones, cómo el verter las cenizas del ser querido al mar o en una acción poética lanzarlas al viento.

Empero el planeta que ahora vivimos, el que hemos transformado con el consumismo vorágine, al que debemos frenar para que la fase de destrucción tan temida no llegue, merece contemplar en cierta medida la proliferación de la cremación.

La construcción masiva de edificios, de espacios no planeados para este momento, han dejado al margen un minúsculo espacio para depositar los restos de quienes nos acompañaron y para nosotros mismos descansar,y es lo que plantea de cierto modo la empresa Limbo, nos invita a formar parte de la diferencia y apostar por recuperar la salud de nuestro planeta, mediante sus urnas 100% orgánicas, en las que optan por el uso de materiales que al contacto con el agua y la tierra húmeda se desintegren permitiendo así que nuestro ser querido forme parte del planeta y así disminuir el uso de las cajas convencionales de metal o maderas plásticas las cuales demoran años en desaparecer, mientras que sus productos ofrecen la ventaja que en el transcurso de una hora, el material se desintegra, así mismo ofrecen  el plus de poder insertarle un árbol o planta, a la que puedes mantener viva al igual que el recuerdo de tu ser querido y aportar al planeta una vida más, que será tu responsabilidad preservar si así lo decides.

 

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