Desperdiciar, es un verbo digno para representar la forma en que la vida humana se desarrolla, en las grandes urbes se nota con mayor claridad, la vida útil de un objeto es efímera. La revolución tecnológica más allá de volver obsoletos a los artículos nos volvió obsoletos a nosotros, nuestra capacidad de inventiva y de reflexión se ve suprimida por la velocidad de las aconteceres diarios.
Nuestra ciudad (Distrito Federal), genera 13 mil 276 toneladas de basura diariamente, una cantidad escalofriante con la que debemos convivir, aunque en realidad mucha de esa denominada basura la encontramos diariamente en nuestro andar, en la calle, transporte público, abandonada por alguien más afuera de nuestro domicilio. No somos responsables de nuestros desechos, un síntoma más de nuestro proceder como seres humanos.
En el párrafo anterior exprese “denominada basura” ya que si nos apegamos a la definición de basura, en la cual nos dice, es algo que ya no sirve y debe ser eliminado. Difiere un poco con la realidad que acontece, los habitantes de la ciudad en su mayoría, tiran decenas de objetos los cuales tiene más de una utilidad. En una observación puntal, expuesta por el intelectual mexicano Nicolás Alvarado en su libro “Con M de México”, nos expone como la basura en realidad no existiría si la separáramos correctamente y el gobierno creara mecanismos eficientes para el re-utilizar todos estos artículos.
Actualmente se ha demostrado mediante el reciclaje la utilidad infinita que puede tener un simple rollo de papel. ¿Por qué limitarnos a un sólo tiempo de vida útil? Más allá de la parsimonia y la falta de creatividad, es la indiferencia y el egoísmo lo que nos ha carcomido espiritualmente, demolamos la forma de lo preestablecido.
Vik Muniz (Vicente José de Oliveira Muniz), es un artista brasileño, rompió con el molde de hacer arte o representaciones visuales. Al inicio de su carrera fue un escultor, esto fue en los 80, conforme su obra fue avanzando, cambio la dirección de su trabajo, hacía algo más orgánico literalmente. En 1997 su obra llama la atención del mundo y se comienza a exponer constantemente. La primicia principal se basa en mermeladas, chocolate, crema de cacahuate, comida, papel y materiales inusuales.
Otra particularidad de Muniz es el punto de enfoque, algunos trabajos mirándolos de frente no tienen sentido aparente, pero al mirarlo desde algún costado o con una inclinación particular, muestra una imagen totalmente diferente. En México se pudo admirar de trabajo en el museo de San Ildefonso, donde durante unos meses estuvo su exposición.
Una variante igual de admirable es cuando el año 2006 hace una serie de retratos con desperdicios, para ello estuvo trabajando en unos de los “basureros” más grandes de su país y de Latinoamérica, el Jardim Gramacho. Su método se divide en dos vertientes, toma retratos y fotografías con un modelo humano y la segunda es mediante pinturas o trabajos de otros artistas. Ambos los traslada a su forma de crear arte.
Apreciar el proceso paso a paso hasta a llegar a estas obras impresionantes, puede ser posible en el documental Waste Land, ganador de varios premios en diversos festivales del mundo.
Nuestra capacidad destructiva puede ser destituida por nuestra capacidad creativa. Reflexionemos y admirémonos al mismo tiempo, no podemos seguir en paso contrario a nuestra naturaleza de conservar nuestra vida y nuestro mundo.
Existen seres dispuestos a recoger una colilla que no es suya y depositarla en un bote, este acto es de dimensiones bellas y sublimes al igual de una obra de Vik Muniz.
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