“-Hm, ¿cansado? No, no estoy cansado. No me canso fácilmente. Y no tengo la costumbre de sentarme. No soy muy, hm, plegadizo. Pero mirad, el sol se está yendo, en efecto. Dejemos este… ¿habéis dicho cómo lo llamáis?
-¿Colina? -sugirió Pippin-. ¿Comisa? ¿Escalón? –sugirió Merry.
Bárbol repitió pensativo las palabras. -¡Colina! Sí, eso era. Pero es una palabra muy apresurada para algo que ha estado siempre aquí desde que se formó esta parte del mundo.”
El Señor de los Anillos –Las dos torres- J.R.R. Tolkien En la fantasía que Tolkien creo, los ents se toman su tiempo para hablar pues es la característica de su lengua incluir toda la historia de algo al mencionar su nombre, la palabra que usan para colina es “a-lalla-lalla-rumba-kamanda-lindor-burúme”
Nuestro conocimiento sobre un tema se puede definir en como lo resumimos en un nombre, al igual que el titulo de un libro o escrito, el encabezado de nuestras 1000 páginas de conocimiento sobre algo, delatan la postura de nuestras ideas sobre el tema.
En el estudio de nuestra propia naturaleza humana, así como en cualquier ciencia, hemos ocupado nuestra herramienta clasificadora de nombrar las cosas y sin embargo hemos aprendido a saltar el hecho de que como personas tenemos un nombre individual y con fines académicos hemos tomado el atajo de llamar a nuestro prójimo por sus características o diagnostico (o explicación de por qué no son normales como nosotros) sin reparar en que nada tiene de diferente a poner un apodo en la primaria.
“La muchacha que me hizo las últimas pruebas conversó delante de mí
con el otro. Hablaron como si yo fuera un mueble.
Es un problema edípico clarísimo, doctor. El niño tiene una inteligencia
muy por debajo de lo normal. Está sobreprotegido y es sumiso. Madre
castrante, tal vez escena primaria: fue a ver a esa señora a sabiendas
de que podría encontrarla con su amante.
Discúlpeme, Elisita, pero creo todo lo contrario: el chico es listísimo y
extraordinariamente precoz, tanto que a los quince años podría
convertirse en un perfecto idiota. La conducta atípica se debe a que
padece desprotección, rigor excesivo de ambos progenitores, agudos
sentimientos de inferioridad: Es, no lo olvide, de muy corta estatura para
su edad y resulta el último de los hermanos varones. Fíjese cómo se
identifica con las víctimas, con los animales y los árboles que no pueden
defenderse.
Anda en busca del afecto que no encuentra en la constelación familiar.
(…) vino hacia mí y dijo: Ya puedes irte, mano. Enviaremos el resultado
de los tests a tu papi.
“Las batallas en el desierto” José Emilio Pacheco
Fragmento durante el cual al personaje se le lleva al psiquiatra por haberle declarado su amor a
una mujer mayor.
Y sin embargo el nombrar es una herramienta humana, en el tema de la discapacidad, esta herramienta está en constante evolución. El ¿cómo se dice?, cuando es el término correcto, ha sido adoptado como una bandera de intereses comunes con la cual se pueden luchar por términos de igualdad en una sociedad que innegablemente ha demostrado ser incapaz de identificar su
propia humanidad en el prójimo.
“En 17 códigos civiles de la republica Mexicana se establecen la incapacidad, la locura, «el idiotismo», la «imbecilidad» como impedimentos para contraer matrimonio. En tabasco, su código civil maneja el concepto de «disminución o perturbación de la inteligencia»
Articulo “Ley obstaculiza su amor”
El foco rojo de cómo decimos, se encuentra en la discriminación, y realmente es alarmante cuando nuestra legislación no solo habla en estos términos hoy en día, sino que además los utiliza para poner barreras legales en el desarrollo pleno de una persona.
Pero el ¿cómo se dice? también pone barreras en los beneficios, el siguiente fragmento, habla sobre el Certificado de Discapacidad, que dependiendo el país puede ayudar a la persona a usar los estacionamientos de uso exclusivo y no ser infraccionados, y algunos otros beneficios sociales que cada país considere en sus leyes.
Cuando iniciamos los trámites para lograr el Certificado de Minusvalía de mi hijo, recuerdo ver a mi marido cabecear contrariado sobre los formularios y cuestionar el empleo del término “minusvalía”. El departamento encargado de aquella gestión llevaba por nombre “Sección de Calificación y Valoración de Minusvalideces”. Era 2005 y ese mismo encabezado se repitió en diferentes trámites y renovaciones posteriores. Hubo que esperar al año 2011 para recibir el primer documento donde la palabra “Minusvalideces” apareciera sustituida por “Discapacidades”.
Articulo “El poder de las palabras”
El foco verde de cómo decimos, es el promover la manera correcta de decirlo, miles de personas se dan a la tarea de usar las redes sociales como twitter para hacer conciencia:
Tuit publicado por Dis-capacidad.com el 24 de Enero 2014
Y entonces ¿Cómo se dice? ¿Cuál es el término correcto?
Aquí lo primero que debemos aterrizar es que no existe un término correcto, existen términos aceptados.
Así como la palabra minusvalía (no aceptada), se refiere al menos valor de lo referido; e incapacidad (no aceptada), se refiere a lo que no es capaz de hacer una persona; la palabra discapacidad (aceptada), se refiere a las capacidades que tiene disminuidas una persona o que carece de ellas y partiendo de esa etimología podemos entender que no es una palabra que tiene a todo el mundo
contento, pero es la palabra aceptada, por convenio, para englobar los propósitos, derechos y obligaciones de las personas.
No es aceptado referirse a una persona como “discapacitado(a)” a secas, porqué lo que se convino es anteponer la calidad humana de una persona antes de cualquiera de sus características; es decir el termino aceptado, es “Persona con discapacidad” y aquí ojo, no se acepta tampoco el término “persona discapacitada” pues ninguna característica debe competir con nuestra calidad de persona ni en orden, ni en magnitud.
Otros términos no aceptados son los diminutivos de cualquier característica humana o de la persona; una lucha constante de las personas con discapacidad y quienes trabajan y estudian en pro de la inclusión e igualdad de derechos es borrar el estigma que se tiene de las personas con discapacidad de verlos como eternos niños; entonces no se aceptan: cieguito (ni ciego), sordito (ni sordo), manquito (ni manco) mongolito (ni mongol) tontito (ni tonto), enanito (el termino aceptado es “persona de talla baja”) etc, etc, etc.
Dos términos que se popularizaron y de igual forma fueron abolidos pues
fueron entendidos como un paso atrás en el entendimiento de la naturaleza
humana, algunos al referirse a ellos inclusive hablaron de una burla que se
aceptaran momentáneamente estos términos:
El primero es “capacidades diferentes” las personas con discapacidad están conscientes de sus situaciones particulares y de la percepción heterogénea ante la sociedad, que un término de a entender que tienen otras capacidades y ellas los sacan de la definición normal de persona, puede hacer enojar a sobremanera a muchas personas.
El segundo termino viene ligado al anterior es: “especiales”; las personas con discapacidad no se sienten especiales en el uso que se le ha dado a la palabra, y en el tono que se le da a la palabra cuando se usa, son personas que han luchado por darse un lugar a pesar de las barreras a las que enfrentan y han sabido sobreponerse a las mismas dificultades diarias como cualquier persona sumando a su vida una discapacidad, y esta lucha no tiene nada que ver con que al final del día quieran que les pongan una estrella en la frente, sino el deseo de tener una vida plena y disfrutable, el mismo deseo de toda persona.
Regresemos a la palabra aceptada, “discapacidad”, la convención de naciones unidas sobre los derechos de las personas con discapacidad acepta la palabra pero en convenio con los países firmantes, se busca alejarla de su etimología, y darle una nueva definición, en la que una discapacidad es el resultado de la interacción entre las individualidades de una persona y las barreras que
encuentre en el entorno. Es decir, la discapacidad busca solo definirse cuando una persona se enfrenta a una barrera y no por el hecho de tener x o y característica, es importante agregar, propia de la naturaleza humana.
La labor siempre pendiente es la concientización a la no discriminación con las palabras a través de fomentar el autorespeto y con ello el respeto del prójimo; una labor que no solo se da en el ámbito de la discapacidad, sino en el de todas las familias y aulas de clases.
Y no solo es una labor pendiente sino titánica, si reparamos en que hoy en día nuestras legislaciones siguen utilizando términos como “imbecilidad” e “idiotismo” para hablar de las personas con discapacidad intelectual.
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